El Norte

Gregory Nava. EUA, 1983. En quiché et espagnol, sous titré en anglais.
dimanche 4 septembre 2016
par  SUD Éduc

Lamentablemente, el tema de la película, después de treinta años desde su realización, permanece de vigorosa actualidad, en un verano, el del 2015, en el que, por ejemplo, Hungría está planeando e incluso iniciando la construcción de una valla de 3,5 metros de alto a lo largo de los 175 kilómetros que comparte con Serbia, al objeto de evitar el masivo tráfico de personas que cruzan dicha frontera, huyendo de la guerra, de las cacerías étnicas o religiosas que se están desarrollando en países como Siria, Afganistán, Irak o Pakistán, mientras que a los políticos europeos se les llena la boca prometiendo soluciones insuficientes y obviando la legislación existente en la Declaración Universal de Derechos Humanos, o en la propia Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, que obliga a dar asistencia a refugiados y personas desplazadas. Y lo más triste todavía es que, como en la película El Norte, estamos hablando de personas que no emigran “únicamente” para salir de la pobreza de sus países de origen en la búsqueda de una vida económicamente más digna, sino que son colectivos que no tienen otra alternativa que huir al peligrar sus propias vidas por razones de raza, religión, nacionalidad, opinión política o pertenencia a un determinado grupo social. Son, en definitiva, refugiados que deberían ser recibidos por los países de “acogida”, otorgándoles toda la protección del derecho humano internacional de asilo.
El Norte se estructura en tres partes. La primera, discurre en Guatemala, donde observamos la existencia y costumbres de la población maya, su vida en comunidad, los difíciles y agotadores trabajos en el campo recogiendo granos de café, bajo la rígida vigilancia de supervisores, que amenazadoramente les conminan a laborar sin tregua. Frente a la amenaza del genocidio que sin prisa, pero sin pausa, van practicando las tropas gubernamentales sobre la población autóctona, Gregory Nava nos muestra una cultura alegre, ensoñadora, de colores intensos que lucen en las paredes de las casas o en sus vestimentas, personas de intensa espiritualidad, que conservan su propio idioma y cierran filas en torno a los suyos.

La segunda parte transcurre en México, para ofrecernos un país totalmente empobrecido, sin rumbo, donde la lucha se presenta en la supervivencia diaria, encarnando la ciudad fronteriza de Tijuana, como un lugar de paso, sin moradores propios, pero abarrotada de personas, y donde aparece la lucha de la astucia, la sinvergonzonería y la delincuencia, esa especialmente abyecta que se practica frente al que ya no tiene nada. El tono colorido y de realismo mágico de la primera parte desaparece en esta y en la tercera, emergiendo únicamente en ciertos momentos de ensoñaciones de la pareja protagonista, Enrique y Rosa en la ficción.

En la última fase del film nos encontramos ya en Estados Unidos, en la California de los emigrantes hispanos, en sus casas suburbiales, en sus explotadores trabajos en fábricas textiles, restaurantes, como empleados de hogar de los blancos de pura cepa… Norteamérica los necesita como mano de obra barata, pero no los quiere ; los retorna al otro lado de la frontera si los encuentra sin papeles, pero no pone obstáculos para que aprendan el idioma inglés. Una hipocresía que prefiere ignorar la condición de inmigrantes de tantos y tantos irlandeses, italianos o alemanes que en su momento viajaron a América, legal o ilegalmente, en búsqueda de una tierra próspera y una vida mejor.
Los actores, no profesionales, destilan autenticidad, como ya lo hicieron los que desarrollaron el neorrealismo italiano en su momento. El espíritu de compasión, la ilusión por un futuro con salidas dignas y la todavía credibilidad por la bondad del resto de seres humanos, lo plasman con sencillez y naturalidad. Con ello, el director consigue además la empatía del espectador con la odisea de los emigrantes, enfatizando el conjunto, igualmente, con una banda sonora de especial dramatismo ; como muestra, el Adagio para Cuerdas de Samuel Barber o el Primer Concierto para Violonchelo y De Natura Sonoris nº 1 de Krzysztof Penderecki , utilizando además un sonido de percusión para producir tanto perturbación como fantasía.

La película, toda ella, está cargada de simbolismos mayas, como las mariposas blancas, que significan que hay un problema en la tierra, los peces muertos y las flores, vida y muerte, o las cabezas cortadas, que producen horror cósmico para los mayas. Pero sobre todo ello, prevalecen los círculos. La película se estructura en un círculo, comienza y acaba fatídicamente de la misma forma, con la explotación de la fuerza bruta y no de la inteligencia o razón, y esto se nos va recordando a lo largo de todo el metraje con lunas, ruedas, cabezas cortadas, tambores, hormigoneras, sombreros… Y como círculo estrella, ese túnel que se convierte en protagonista durante diez minutos, agobiando y aterrorizando al espectador de manera excepcional y angustiosa.

Estamos ante una película, no sólo muy lograda en su belleza fotográfica, en la naturalidad de los actores, en el sugestivo guion sin concesiones oportunistas ; estamos además ante una película necesaria para no olvidar el drama de aquellos que no son libres en ningún lugar : en su tierra no hay espacio para ellos, los quieren matar ; en otras tierras sólo hay pobreza : tampoco hay lugar ; y en las sociedades opulentas, no son aceptados, si acaso explotados. En palabras de uno de los protagonistas : “…tal vez sólo muertos encontremos un lugarcito…”.

Pour en savoir davantage sur la situation au Guatemala
https://www.youtube.com/watch?v=AS1oyi-eUM4
https://www.youtube.com/watch?v=KytquHovUro